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1 de febrero de 2011

ANTONIO CAZORLA

Ayer a las 21,30 horas de la noche murió Antonio Cazorla, padre de una de mis mejores amigas, Esther.

Antes de fallecer, su hija me envió un mensaje, que me estremeció: "Mi padre se está muriendo". La llamé y vi que su voz reflejaba un estado entre angustia y resignación. Me informe en donde se encontraban y decidí que debía ir. No en sí por ver a mi amiga Esther, que seguramente estaría rodeada de sus hijos, marido y resto de familiares, como así fue,  si no por darle a Antonio mi despedida mas cariñosa y mi agradecimiento más altruista por todos los buenos momentos que me había y nos había hecho pasar.

El tiempo y las circunstancias hicieron que nuestra amistad no fuera lo asidua que había sido anteriormente, pero los escasos encuentros que surgían, volvían a ser cálidos y llenos de sorpresas.

El último y no por ello menos rico fue un día que pasamos a saludarlos, me refiero a Antonio y a su mujer Maruja y en un arranque casi infantil quiso demostrarnos a todos los que estábamos allí que él podía caminar perfectamente e inclusive a una velocidad considerable a pesar de sus problemas de salud y de edad.
La demostración fue seguida por todos nosotros con total atención como si estuviéramos en un circuito deportivo donde se estuvieran valorando quien de ellos iba a conseguir el record mundial. Y lo consiguió Antonio, porque era el único que ocupaba el circuito y porque aunque hubiera habido otros, nuestro interés solo nos hizo fijarnos en él.

Quizá la anécdota más divertida y que siempre mencionamos cuando nos vemos es la famosa del azafrán.
Era domingo y esa tarde nos habíamos reunido ambas familias. Antonio, su mujer, su hija Esther, el marido de esta Carlos, sus hijos Alvaro y Carlos y por nuestra parte, mi exmarido Manolo, padre de mis hijos Paula, Manuel y Virginia, también allí reunidos y una servidora.
La tarde era fría y nos sentamos frente a la chimenea para tomarnos un cafelito caliente o un chocolatito, que de todo había. A alguien de los allí presentes se le ocurrió que podíamos jugar a algo, y a mí se me ocurrio que podíamos jugar a lo de las sílabas o palabras encadenadas. Y comenzó el juego: "Árbol", dijo uno, "bolso", contesto el siguiente, y así sucesivamente hasta que le toco a mi exmarido que dijo "CASA" y Antonio que era el siguiente no se lo pensó dos veces y dijo en voz alta: "AZAFRÁN". Nos echamos a reír todos como locos y el no entendía el porque de nuestras risas, tanto es así que se enfadó mucho y eso nos causo más risa todavía.
Por más que quisimos explicarle que después de "CASA" la sílaba  por la que debía haber empezado la siguiente palabra era por "SA"; no hubo forma de convencerle y él se negaba diciendo que la vocal era "A" y el lo había hecho bien. !Que buena tarde nos hiciste pasar y que buena gente has sido!

Te deseo lo mejor para tu nueva andadura y sé que allí donde estés te vas a reunir, a parte de con la gente a la que tú más quieres, con todos esos grandes construcctores del cielo que estaban necesitando un buen maestro  albañil, porque últimamente la cosa del cielo no anda muy bien que digamos.

Me alegro haberte podido besar y haberme podido despedir de ti.
!Ah! Se me olvidaba, si ves alguno de los mios dales un fuerte abrazo y diles que me esperen allí muchos años y que yo también los quiero.
Gracias y hasta siempre.

La Paula

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