La luz del sol, en su crepúsculo, ilumina los barrios del sur de Madrid y los edificios van siendo engullidos por los colores del atardecer haciendo que lo vulgar se convierta en pira de emociones para el que presencia ese momento.
Las nubes, ahora grises y azuladas acompañan el proceso como si quisieran apagar el fuego de los rayos del sol.
Viendo este momento desde mi ventana me doy cuenta el poco espacio que ocupo en el universo y a la vez me siento grande, importante por poder presenciar la fuerza de los elementos.
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